¿Cual es la mejor forma de iniciar la oración?

Una de las mejores formas de iniciar la oracion en la mañana es llenándonos de gozo del Espíritu Santo, porque según cuenta el Evangelista San Lucas una de las oraciones más bellas de Jesus la realizó lleno de gozo del Espíritu Santo, en la que bendijo al Padre, llamándolo el Señor del cielo y de la tierra. De la misma manera en que Jesus se llenó del Espíritu Santo para rezar, nosotros debemos comenzar nuestra oración invocando al Espíritu Santo.

La mejor manera de iniciar la oración

En muchas ocasiones antes de iniciar la oración nos llegamos a sentir desorientados, confusos, desanimados, con la conciencia en nuestros pecados, llenos de mil preocupaciones, agobiados por la tristeza, con poco entusiasmo, pero esto puede remediarse si antes de orar acudimos al Espíritu Santo.

De la misma manera en que San Pablo nos dice que «el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza» en Romanos 8:26, el Espíritu Santo viene en ayuda para sanar nuestra debilidad, por eso, Jesus nos dijo que no nos dejaría solos en ningún momento y que siempre nos enviaría al Espíritu Santo, es decir, que en la oración nunca estamos solos, estamos en compañía del Espíritu.

Muchas veces no sabemos qué hacer, ni como rezar, o que no estamos suficientemente concentrados en la mente y en el corazón, ese es el momento en el que el Espíritu Santo nos ayuda, una vez que oramos aunque no sepamos si las peticiones que hacemos son adecuadas, el mismo Espíritu intercede por cada uno de nosotros ante Dios.

¿Cómo debemos invocar al Espíritu Santo?

En nuestra oración siempre debe estar presente el Espíritu Santo, por ello hay que invocarlo con confianza y sencillez, para que acuda en nuestra ayuda ya que su intercesión a través de los santos es según Dios. Ese Espíritu es el mismo que el de Cristo y es el que también se encarga de animar a la iglesia en su transitar por el mundo, llenando de fuerza la oración de los fieles que la realizan con fe.

El Espíritu Santo es realmente la gran promesa de Cristo, es el Espíritu del amor y de la verdad, es el encargado de revelarnos la gran vocación y misión de todos los cristianos y es quien llena los corazones de la caridad y bendición de Dios. Por esta razón, no debemos temer a abrirnos al Espíritu en nuestra oración, no hay que temer de pedirle los mayores dones que nos pueda otorgar.